¿Controlamos a quién cuida de nuestros ancianos?
Cada vez son más los ancianos que reciben el cuidado y atención de terceras personas contratadas, sobre las cuales en ocasiones se desconoce su verdadero historial y sus conductas con los mayores. En nuestras investigaciones pretendemos aportar pruebas que ratifiquen la confianza que debemos otorgar a dichos cuidadores o para adoptar medidas que eviten males mayores.
- Investigación previa sobre el cuidador a contratar
- Control sobre cuidadores
- Desatención o negligencias de los cuidadores
- Falta de asistencia por motivos falsos
- Salidas injustificadas o de larga duración
- Bajas fingidas
- Introducción indebida de compañías en el domicilio del anciano
-Malos tratos físicos, psicológicos o por omisión
En el maltrato físico, hemos observado conductas sospechosas hacia ancianos, con zarandeos o apretones excesivos en brazos y manos. Por parte de la familia, la presencia de hematomas en diferentes momentos evolutivos (diferente coloración), o la aparición de fracturas sospechosamente frecuentes, pueden evidenciar que la persona está siendo maltratada.
En cuanto al maltrato psicológico, hemos observado malas formas cuando el cuidador habla al anciano, mediante tonos despectivos, miradas ofensivas o indiferencia y desatención oral. La familia suele apreciar síntomas que, en otras circunstancias, podrían catalogarse como de depresión, como son el insomnio poco susceptible al tratamiento médico, falta de apetito, miedos, angustias, crisis ansiosas, llanto o irritabilidad aparentemente sin motivo.
En el maltrato por omisión, los signos pueden ser múltiples: En muchas ocasiones, el anciano va inconvenientemente vestido, desaliñado o desnutrido. En estos casos también observamos que el cuidador es una persona descuidada.